Durante muchos años en mi adolescencia leí libros de personajes. Esperaba encontrar en ellos mi historia, mis inquietudes, quería identificarme con alguien. En realidad buscaba mi identidad. Leía y me conectaba, leía y me emocionaba, hasta que siempre, llegaba un momento en que sentía que ese personaje ya no era yo, era distinto de mí. Pensaba que otros habrían escrito mi libro, esperaba que alguien escribiera mi historia por mí. Hasta que me di cuenta de que nadie podía escribir mejor que yo, el libro de mi vida.
La vida es como un libro, y podemos decidir cómo escribirlo. Pero nos olvidamos de que podemos escribirlo, y esperamos a que otros lo hagan por nosotros, o escribimos el libro que otros quieren leer, o vivimos dentro del libro de otros.
Desde hace 30 años que viajo a India, para desconectar del día a día y para conectar conmigo mismo de otra manera. Es cierto que no es necesario ir a India para hacer esto, pero a mí me sirve.