En la siguiente cita, el Dalai Lama expresa la importancia del principio espiritual de ser compasivos para contribuir a la felicidad propia y de los demás.
Si quieres que otros sean felices, practica la compasión; si quieres ser feliz tú mismo, practica la compasión
La compasión es una actitud personal que incluye empatía e interés por el bienestar del otro y también coraje y responsabilidad para hacer algo que pueda beneficiar y mejorar la situación del otro. A la vez, la compasión también la podemos vivir y practicar en relación a nuestro propio ser.
Para desarrollar una conciencia más compasiva empezamos por reconocer que nadie desea el sufrimiento y que todos los seres tienen derecho a la felicidad. Por supuesto, esto nos incluye a nosotros mismos también. Esta es la base para empezar a generar una actitud compasiva en nuestro interior.
En el ámbito del budismo y en relación a la compasión se habla de cómo abrir el corazón y la mente para ser más compasivos con nosotros mismos y con los demás. La compasión es también una de las «cuatro moradas celestiales «, las cuales consisten en 4 emociones primarias que merecen ser cultivadas: amor benevolente, compasión, alegría altruista y ecuanimidad.
Es importante reconocer que, en relación a los demás, la compasión no tiene nada que ver con el sentimiento de lástima, que tiene connotaciones paternalistas y en general proviene de una mirada de superioridad: quien siente lástima se siente una posición privilegiada. Desde la lástima en realidad generamos separación de los demás y no potenciamos la verdadera solidaridad. La compasión nos inspira a implicarnos con honestidad en mejorar la situación del otro.
Sentir compasión significa sentir empatía con el sufrimiento del otro y desear que se libere del mismo y también estar dispuestos a hacer algo positivo para conseguirlo.